No dejes de preparar pulpo en casa por miedo a que te quede duro como una piedra... porque, seamos sinceros, pocas cosas hay más desagradables que un pulpo duro y correoso. Eso sí, bien preparado, el pulpo es delicioso, tierno y de sabor delicado. Y aunque mucha gente piensa que es complicado... en realidad cocinar el pulpo no puede ser más sencillo, siempre y cuando sigas unas pautas. Hoy te contamos cómo cocer el pulpo.
1. Limpio y bien limpio
Es lo primero que hay que hacer, limpiar muy bien el pulpo. Antes de nada tienes que quitarle las vísceras que se encuentran dentro en la cabeza. ¿Cómo? Muy sencillo: mete la mano en la cabeza y dale la vuelta y lávala después bajo el chorro de agua fría. Ahora vamos con el tubo de la boca, una especie de uña que se encuentra en el centro del pulpo, donde se unen todas las patas. Pues bien, tienes que retirar esta parte, ayudándote con unas tijeras. Una vez hecho esto, lávalo de nuevo muy bien, el pulpo entero, para retirar cualquier resto de vísceras y eliminar esa especie de telilla gelatinosa que lo recubre.
2. Romper las fibras
“Te va a caer la del pulpo”. Esta expresión tan española hace referencia a la paliza que recibían los pulpos antiguamente para que al cocinarlo quedara tierno. Es una imagen icónica de Galicia, las pulpeiras golpeando los pulpos una vez pescados contra las rocas antes de pasar a cocerlos. Estos golpes servían para romper las fibras del cefalópodo... y gracias a ellos, una vez cocido quedaba tierno y suave. Pero está imagen de las pulpeiras está en la memoria de las personas mayores y en numerosa fotografías en blanco y negro de Galicia... porque hoy en día, hay métodos más sencillos para romper las fibras del pulpo.
Hoy el congelador cumple esta función. Al congelarlo, las fibras del pulpo se rompen. De modo que mete en el congelador tu pulpo fresco de dos a tres días. Pasado este tiempo, pásalo a la nevera para que se descongele de forma progresiva sin romper la cadena de frío.
3. ¡Membranas fuera!
Una vez que el pulpo está descongelado, corta con la ayuda de un cuchillo bien afilado la membrana que separa cada pata del pulpo para que cuando lo cuezas, no se abra. Gracias a estos cortes, quedará con la forma adecuada.
4. Asusta al pulpo
Acerca una olla grande al fuego con abundante agua. Cuando rompa a hervir, coge el pulpo por el extremo de la cabeza y, sin soltarlo del todo, introdúcelo en el agua hirviendo y sácalo inmediatamente. Repite esta operación un par de veces más. A esta operación se le llama asustar al pulpo. Esta operación es muy importante, Gracias a ella, evitarás que el pulpo se despelleje una vez cocido.
5. Ahora sí, a cocer
Ahora sí, el pulpo ya está listo para cocer. Mete el pulpo de nuevo en la olla y cuécelo unos 20 minutos por cada kilo de pulpo. Como ves, el tiempo total de cocción dependerá del peso de tu pulpo, por lo que también deberás ir vigilándolo cada 10 o 15 minutos y pincharlo con un cuchillo para comprobar que está tierno. Una vez que te has asegurado que está tan tierno como te gusta, apaga el fuego y déjalo reposar unos 10 minutos.
6. ¡A comer!
Una vez que el pulpo está cocido y reposado... ya está listo para que lo prepares como más te guste. Ya tienes el pulpo listo para comer. Si lo vas a degustar de la forma tradicional, es decir, a la gallega o a feira, corta las patas o tentáculos con una tijera y disponlos sobre una cama de láminas de patatas cocidas, échales por encima sal gorda, pimentón –dulce o picante- y un chorro generoso de aceite de oliva virgen extra. Ahora bien, que tienes muchas otras opciones... a la brasa, en sushi, guisado. Y a ti, ¿como te gusta más el pulpo?
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