Todo un clásico de la gastronomía española. Es el guiso típico de los marineros vascos, cántabros y asturianos. Un plato humilde, hoy muy apreciado.
Paso 1:
Pela y ‘chasca’ las patatas en trozos. Se trata de trocear patatas, pero no con cuchillo. Para ello, una vez peladas, haz incisiones con el cuchillo, pero termina de romper los trozos con la mano. El objetivo es que la patata, al desgarrarse, suelta su almidón. Éste almidón es el que conseguirá espesar de forma natural el guiso.
Por otro lado, pica el ajo, la cebolla y los pimientos en ‘brunoise’, es decir, el daditos muy pequeños.
Paso 2:
Poner en una cazuela el aceite y dorar el ajo. Añadir la cebolla y los pimientos y sofreír 5 minutos más. Añade los trozos de patatas, el pimentón, el tomillo y sofreír otros 5 minutos.
Añade el caldo y un poco de sal y deja cocer unos 20 minutos.
Paso 3:
Cuando las patatas estén hechas, añade el atún en dados. Deja que de un hervor todo el guiso y retíralo del fuego. Comprueba el punto de sal.
Presentación:
Sirve caliente en un plato hondo o en una ollita individual, y adorna con una ramita de tomillo, con un poco de perejil o bien, con unas ramitas de cebollino.
La marmita:
En euskera, marmitako significa literalmente “de la marmita”. La marmita es una olla de metal con tapa… uno de los pocos cacharros que llevaban a bordo los marineros antiguamente durante la temporada del bonito de Norte. Con el mismo pescado que capturaban, y con los pocos elementos con los que viajaban, a veces tan sólo patatas, hacían este guiso. Con algunas variaciones, en localidades como la cántabra San Vicente de la Barquera se conoce como sorropotún. El original se prepara con bonito, aunque cada vez más se utiliza también atún.