Huevos encapotados

Los huevos encapotados se llaman así por mi hija, que desde pequeñas decía eso. La verdad que no tienen mucha historia para tanto nombre, pero el sabor es muy exquisito y recomiendo probarlo.
Para hacer la bechamel, ponemos en una sartén un poco de mantequilla y dos cucharadas de harina. Removemos un par de minutos y agregamos la leche caliente poco a poco y sin dejar de darle vueltas para que no se formen grumos. Por último, añadimos la sal, la pimienta y la nuez moscada, y la retiramos del fuego cuando esté lo suficientemente espesa, dejándola enfriar.
Ponemos un cazo con agua en el fuego y, mientras hierve, cogemos un vaso vacío y colocamos en él un trozo de papel transparente. Echamos en él unas gotas de aceite, un huevo entero y un poco de queso rallado. Con mucho cuidado, sacamos el paquetito de papel transparente, y lo cerramos herméticamente. Lo introducimos dentro del cazo con el agua hirviendo, y lo dejamos cocer un par de minutos (hacer igual los cuatro huevos).
Cogemos un par de cucharadas de la bechamel y hacemos un cuadrado con ella y, en el centro, colocamos el huevo. Lo cubrimos con más bechamel y lo pasamos primero por la harina, después por el huevo batido y, por último, por el pan rallado.
En una sartén con un poco de aceite de oliva, freímos los huevos encapotados, dejando la forma al gusto, y los colocamos en un plato con papel absorbente al sacarlos.