Una película en el momento justo.
Por casualidades de la vida, justo después de que Ana Lorente nos llevara a la infancia en recuerdos olfativos y gustativos, una tarde de aburrimiento me llevo a poner una película y hacer unas palomitas.
La película en cuestión es "Un toque de canela", una historia sobre un joven griego criado en Estambul, cuyo abuelo, un filósofo culinario y su mentor, le enseña que tanto la comida como la vida necesitan una pizca de sal para darles el toque de sabor que ambas requieren. Con el paso del tiempo el joven se convierte en un excelente cocinero y emplea sus habilidades culinarias para darle sabor a las vidas de aquellos que le rodean. 35 años más tarde abandona Atenas y vuelve a su tierra natal, para reunirse con su abuelo y su primer amor; un viaje de retorno sólo para darse cuenta de que ha olvidado darle ese toque de sabor a su propia vida.... Como solía decir su tío..."hay dos tipos de viajeros en la vida, aquellos que parten y aquellos que retornan, los primeros miran el mapa, los segundos miran al espejo..."
Una película que ha marcado en mí aromas a recuerdo, y me quedo con una frase dicha por Ana: "las cosas más sensuales de la vida se dicen con los ojos cerrados."