Somos tres compañeros de piso, amigos de toda la vida, que el domingo quisimos innovar en nuestra capacidad culinaria, que no es ni mucho menos avanzada, pero que dimos en el clavo. Nos compramos pollo y dijimos: “¿Con qué comemos esto?” Pues vimos unos botellines de cerveza y… ¡pollo a la cerveza! Así somos nosotros, que nos apañamos con cualquier cosa.
Picamos la cebolla y el pimiento rojo en trozos pequeñitos (hubo corte con el cuchillo incluido) y lo pusimos en una cacerola con un poco de aceite de oliva y sal hasta que se ablandó. Mientras, cogimos el pollo y le echamos pimienta y bien de sal. Cuando vimos que la cebolla y la pimienta estaban más o menos hechas, todo a ojo, echamos las pechugas a la cacerola, la cerveza, el perejil y lo dejamos cocinar unos 30-40 minutos.
Mientras nos pusimos unas patatitas fritas y una cervecita para ir abriendo el estómago, y pasado el tiempo, nos pusimos las botas a comer. Repetiremos sin dudarlo.
Consejo: Unas patatas y algo de verdura le va perfecto como acompañamiento.