Si hay una cosa que no me puedo a resistir a comer en los restaurantes según me siento a la mesa, son los grisines que te ofrecen. Me encantan esas mini barritas de pan, y como mejor están solas. La receta para hacerlos es muy sencillita, por lo que me los preparo en casa bastante a menudo, para comerlos con tentempié. A mi familia les gusta remojarlos en algún dip, como guacamole o crema de queso, pero solo están estupendos.
Se coloca en primer lugar la harina sobre la mesa en forma de corona y en el centro se pone la levadura granulada con el aceite y sobre los costados se echa la sal (es muy importante que no tome contacto con la levadura ya que pararía el efecto de levado de ésta).
A continuación se agrega el agua hasta lograr un bollo que no se pegue a las manos. Más o menos la cantidad será de dos tazas, aunque no es exacta ya que hay que echar según te vaya pidiendo la harina.
Se amasa bien para después formar un bollo y se deja leudar durante unos 15 minutos.
Pasado ese tiempo se divide el bollo en dos y se estira cada parte de un 1/2 cm de espesor.
Con un cuchillo bien afilado se cortan cuadrados de unos 12 cm x 12 cm de lado, y los cuadrados en tiras de 1/2 cm de ancho cada uno.
Se colocan ahora los grisines sobre la placa de horno y se llevan a cocinar en el horno, previamente calentado, a una temperatura media, unos 150º, durante 10 a 15 minutos.
Tras este tiempo ya estarán perfectos los grisines para comer, solo tienes que tener un poco de paciencia y esperar a que se enfríen un poco antes de comerlos.
Trucos y consejos:
Si se desea se pueden añadir a la receta un poco de queso, orégano o las hierbas aromáticas que prefieras. Le dará un toque distinto y delicioso.