Una receta sencilla y deliciosa que servirá como un plato en sí mismo, pero también como un perfecto acompañamiento de carnes y asados. Una manera diferente de comer patatas porque, por muy ricas que estén, hasta las patatas fritas terminan siendo aburridas como complemento cada día.
Paso 1:
Pela las patatas y el ajo. Pica el ajo muy finito y corta las patatas en rodajitas finas de unos 2 milímetros de grosor, como si fuera para una tortilla de patatas.
Paso 2:
Mezcla las patatas en un bol con el ajo, la nata, la sal y el tomillo.
Paso 3:
Unta con mantequilla una fuente de horno lo suficientemente grande como para que quepan bien extendidas las patatas. Vacía el bol de las patatas en la fuente, y aplánala un poco.
Paso 4:
Mete la fuente en el horno precalentado a 200° y hornea durante al menos 50 minutos. Si antes de pasar ese tiempo se dorara mucho por la parte superior, tapa las patatas con un poco de papel de plata.
Paso 5:
Prueba si las patatas están bien cocidas pinchándolas con un cuchillo. Estarán listas cuando estén muy blanditas. Saca del horno y deja reposar 5 minutos.
Presentación:
Sirve tus patatas bien calientes.
Sugerencia:
Si prepraras este plato en una fuente en lugar de moldes individuales, y después tomas pequñas porciones cortándolas con un molde, tendrás un acompañamiento para una carne o para un pescado de lo más original, rico y vistoso. ¡Quedarás como un auténtico chef profesional!