Costillas de cordero

Soy de castilla y aquí el cordero es el plato oficial. Lo más tradicional es comerlo asado, pero las chuletillas a la parrilla también son un clásico. Para probar formas diferentes de cocinarlo, aquí os dejo estas costillas de cordero guisadas en salsa de vino y acompañadas con unas siempre fantásticas patatas fritas. Este es un plato maravilloso que a todos gustará cuando lo prueben.
Limpiamos el costillar de cordero de su exceso de grasa y lo dividimos en porciones individuales.
Agregamos en una olla aceite de oliva extra, y cuando esté caliente echamos la cebolla picada para que se poche en él.
Cuando la cebolla empiece a estar transparente, lo que tardará unos minutos, incorporamos las costillas. Cuando estas estén doradas agregamos el vino blanco y le damos un hervor. Bajamos el fuego e incorporamos el caldo de carne hasta cubrir totalmente las costillas.
Dejamos cocer el tiempo necesario. Cuando la carne esté para separarse del hueso, la retiramos y reservamos.
En una sartén freímos las patatas cortadas en gajos a fuego medio y cuando estén casi doradas subimos el fuego unos instantes para que se forme una costra exterior bien crujiente. Sacamos las patatas con una espumadera y las dejamos sobre un papel de cocina para que absorba el exceso de grasa.
Las salamos ligeramente.
Retiramos el aceite de la sartén y vertemos el majado de vinagre con el ajo picado y el orégano, en el cual rehogaremos las costillas unos instantes para que formen una costra exterior crujiente con el sabor del majado.
Colocamos las costillas centradas en el plato, y ponemos a un lado las patatas fritas.
Trituramos el caldo de las costillas y lo pasamos por el chino para que nos quede una salsa suave y fina. Con un cazillo regamos el conjunto. Para rematar las costillas de cordero, pon unos tomates cherry a la parrilla, refrescará el plato y le da un sabor especial.