Un producto sano, ligero y económico que, con las avellanas se hace goloso, y con los clavos se transforma en un plato aromático y sugerente… ideal para una celebración en pareja… no tendrás que acompañar este plato más que de un buen vino.
Paso 1:
En primer lugar hay que asar una cabeza de ajos. Para ello, pártela a la mitad de forma longitudinal, es decir, de tal manera que queden partidos a la mitad cada una de los dientes de ajo. Corta dos trozos cuadrados de papel de aluminio y coloca cada una de las mitades del ajo en cada uno de los cuadrados, dejando los dientes partidos a la mitad boca arriba. Rocía con un chorrito de aceite de oliva y un poco de sal, y cierra muy bien los paquetes, sellando los bordes. Mételos en el horno, precalentado a 180°, y hornea durante 25 o 30 minutos.
Paso 2:
Acerca una olla o cacerola al fuego con un chorro de aceite y refríe un poco los trozos de conejo salpimentados. Cuando se hayan dorado, retíralos y reserva.
Paso 3:
En el mismo aceite, rehoga la cebolla picada menuda durante 5 o 7 minutos. Cuando esté un poco hecha, añade de nuevo el conejo, además del perejil, el laurel y el vino. Sube el fuego y lleva a ebullición. Cuando se haya evaporado prácticamente todo el vino, incorpora el caldo. Deja cocer hasta que el conejo esté bien cocidito.
Paso 4:
Mientras se hace el conejo, machaca en un mortero las avellanas, pero dejando trocitos, que después se noten en la boca. Pásalo a un bol.
Machaca después el clavo y pásalo al bol de las avellanas. Finalmente, machaca en el mortero el ajo asado y pásalo también a ese bol. Muévelo todo bien y mezcla bien hasta formar una pasta untuosa.
Paso 5:
Incorpora la pasta de ajos y avellanas al conejo y deja cocer otros 5 minutos todo junto para que se incorporen bien los sabores.
Presentación:
Sirve el conejo en bonitos platos o cuencos individuales… con una ramita de alguna hierba aromática y unos clavos de adorno… si la cena es para dos. Si hay niños o más comensales, también puedes acompañar el conejo de patatas fritas en cubos.