Un aperitivo para abrir boca, una merienda sana, una cena ligera e incluso…estas brochetas de manzana podrían formar parte de un buen desayuno. Si esta delicia puede ir bien a cualquier hora del día y se prepara en un santiamén ¿a qué estás esperando?
Paso 1:
Corta la manzana en gajos (unos dos por persona) y no hace falta que le quites la piel. Retira el corazón de la manzana y parte cada gajo en dos partes. El limón es un gran aliado para evitar la oxidación de las frutas así que exprímelo para extraer el zumo y mezcla en un bol con los trozos de fruta. De momento, reserva en la nevera.
Paso 2:
En un mortero o en un bol resistente machaca las nueces de manera que te quede una mezcla de polvo con algunos trocitos. Con el queso cremoso frio haz ‘quenelles’, es decir, como pequeñas bolitas similares a las croquetas, ayudándote de dos cucharas soperas. Pasa las ‘quenelles’ por las nueces molidas y dale un par de vueltas como si estuvieras empanando. Usaremos al menos una bolita de queso por brocheta. Coloca en un platito y reserva en la nevera un rato para que cojan consistencia y de adhieran bien.
Paso 3:
Ahora solo queda montar la brocheta para lo que necesitaremos unos palitos de madera adecuados (como los que venden para las barbacoas y los pinchos…). Pincha en el palo un trozo de manzana, uno de queso y después otra manzana. También puedes hacerlo a tu gusto.
Presentación:
Debes servirlo enseguida para evitar que la manzana se oxide. Coloca un par de brochetas por comensal –por ejemplo en un plato de pizarra- y acompaña con alguna hierva aromática fresca.
Truco:
Si no tienes a mano un mortero para moler nueces u otros frutos secos, puedes usar una bolsa de plástico hermética e ir machacando y presionando con la ayuda de un rodillo de manera.
Sugerencia:
Si te da pereza pelar las nueces, prueba las nueces peladas marca DIA, que son muy útiles: para ensaladas, pasta…Se te ocurrirán muchas oportunidades para usarlas y querrás tenerlas siempre a mano.