No me digas que no tienen buena pinta estas albóndigas con perejil para comerlas un día que nos apetezca algo más ligero. Yo lo pasaba fatal comiendo alcachofas antes pero ahora he ido investigando formas de comerlas y me parecen exquisitas, sobre todo si vienen directamente del campo. Es un follón limpiarlas pero las de bote para mi son incomibles, no me gustan absolutamente nada.
Empieza cortando los tomates en daditos pequeñitos, los ajos en láminas finas, la cebolla muy picadita y el perejil picado también.
Por otro lado, y lo más costoso, limpia las alcachofas, quitándoles las hojas duras, y déjalas cortadas como prefieras, o sin cortar.
Pon una cacerola con agua, un chorro de aceite y sal, y echa en ella los tomates, los ajos, la cebolla, el perejil y las alcachofas. Si te gusta, le puedes añadir media pastilla de caldo, y lo dejas cocinar hasta que las alcachofas estén blandas y todo los demás pochadito.
A la hora de servirlas puedes añadir limón para exprimir un poco, ya que le da un toque ácido buenísimo.