El sabor de la huerta y el sabor del mar… una alianza perfecta. Esta receta es tradicional en la cocina Navarra y, no sólo es muy sencilla de preparar… además es sana, ligera y deliciosa. La alcachofa tiene importantes propiedades diuréticas y de control del colesterol. La almeja, por su parte, aporta sabor y sofisticación y muy pocas calorías. Dicen además que tiene cualidades afrodisíacas… así que… es ideal para comer en pareja este 14 de febrero.
Paso 1:
Si las alcachofas son frescas, deben limpiarse muy bien hasta dejar tan solo el corazón. Una vez limpias, cocer en una cacerola con abundante agua, una pizca de sal y un chorro de zumo de limón. Ya cocidas, lo que les llevará unos 20 minutos, escúrrelas y reserva. Si las alcachofas son congeladas, también deberás cocerlas, de la misma forma, pero te ahorrarás limpiarlas… y si son de bote, tan solo tendrás que enjuagarlas.
Paso 2:
Mete las almejas en un bol con agua con sal, para que suelten la arenilla que puedan tener… y déjalas ahí un rato, por lo menos 20 minutos.
Paso 3:
Pica la cebolleta y los ajos y rehógalos en una sartén con un chorrito de aceite con el fuego suave, para que no quemen ni cojan demasiado color. Cuando esté a punto, añade la harina y mezcla bien para que se reparta bien… continúa rehogando un par de minutos más para que a la harina se le quite el sabor a crudo.
Paso 4:
Incorpora el vino blanco y las almejas y mantén en el fuego hasta que se abran. En ese momento, añade las alcachofas y deja que se haga todo junto durante otros dos minutos. En el último segundo, espolvorea con el perejil picado.
Presentación:
Sirve tus almejas inmediatamente, en un bonito plato o en una fuente… ¡Ah! y no te olvides de acompañarlo con pan (un buen pan casero si es posible)… porque te será imposible resistirte a mojar en la salsa…